martes, 23 de septiembre de 2008

UNA PENA LLUVIOSA...

Una pena lluviosa pesa sobre mis pestañas
el cielo, de lumínico gris vestido
se ha devorado el vivificante rostro de sus arreboles
y de sus celestes amables y diurnos.

Durante la noche
el desconocido reeemplazó
por piedra helada mi noble corazón.
No hay melodía capaz de atravesar
mi jaula de melancólicos metales.

Es un día de muerte,
de sepulcros abiertos en la espera...

Hace tanta tristeza moribunda
que todos deberían perecer....

Mañana será domingo,
día de cementerios
de claveles marchitos.

No puedo estar alerta
contra aquello que me sobreviene
del espejo de lo desconocido.

¿Quién dicta mis estados,
mis sonrisas,
mis deseos,
mis desazones,
mis horrores?

Hoy
todas las guitarras del mundo se han desafinado
las golondrinas no encuentran primaveras
se desenfundan las armas de todos los suicidas
se aquietó, cansadísimo,
el viento que hacía danzar las copas de los árboles.

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